Friday, October 11, 2013

Nuria

Siente las olas tocar tus caderas, es natural…
La Gusana Ciega – Entra en el Agua 

Él caminaba en la playa, huyendo un poco de su trabajo, evitando pensar en él y en la rutina diaria. La arena le quemaba los pies, había olvidado sus sandalias cerca de su hotel." El paraíso" no era precisamente un hotel de cinco estrellas pero su tío Jorge era dueño de un 50% de las acciones y la estancia era gratuita para él, no por nada había sido el sobrino favorito durante los últimos veintinueve años. Trataba de correr, pero la arena cálida no daba cuartel a sus pies. Se acercó corriendo a una masa de gente que tomaba el sol en el hotel de al lado mientras se acercaba, pudo notar la presencia de una chica que recostada sobre una toalla blanca, vestía un traje de baño color naranja, portaba unos lentes de sol oscuros y se podía notar que recientemente se había teñido el cabello de rojo. Se sintió atraído por esta chica que parecía querer estar sola durante su estancia en la playa, él pensó que probablemente ella se encontraba ahí de viaje de negocios o trataba de alejarse de su contexto normal durante un tiempo, descartó completamente que fuera acompañada ya que no portaba un anillo de casada, encontró curioso el hecho de que hubiera otra persona que al igual que él quisiera escapar un rato de su realidad. Él se acercó discretamente a la chica y se tiró al suelo haciendo ademanes acerca de sus pies quemados queriendo llamar la atención; a la chica le pareció indiferente este acercamiento, él trataba dejar de mirarla, siempre había sido muy tímido y se sentía atraído por ella. Ella volteo a verlo de nueva cuenta y noto su sonrisa, él sonreía de oreja a oreja por su situación, ella prestó atención a lo que sucedía, levantó un poco sus lentes y le dijo -¿Te encuentras bien? - Él, al ver sus ojos se sintió fuertemente atraído por ellos y después de balbucear unos segundos solo alcanzo a responder - Si, muchas gracias- la chica le extendió una toalla y él rápidamente se sentó sobre esta, nuevamente le agradeció sonriendo. Él se revisó los pies buscando algún tipo de quemadura y ella le preguntó
amablemente - ¿Te hiciste daño?- a lo que él le respondió -Parece que no, por un momento pensé que me había quemado- dirigiéndole una sonrisa a la chica, ella le devolvió el gesto y agregó - Gracias, de verdad que me salvaste la vida. Por cierto me llamo Francisco, mucho gusto- y él le extendió la mano, ella tardo un poco en reaccionar, le estrechó la mano y le respondió -Por nada, soy Nuria, mucho gusto- Francisco no acostumbraba a llegar y platicar con un alguien de la nada, siempre le había costado mucho trabajo conocer gente nueva y su medio de trabajo además de su estilo de vida le dificultaban poder establecer una relación, de cierta forma estaba cómodo con su soledad pero ocasionalmente extrañaba el poder platicarle su día a una pareja, hablar de los problemas del trabajo o compartir con alguien los fines de semana. De pronto se dio cuenta que se encontraba platicando con Nuria y todo había sucedido de forma natural. Francisco no dejaba de observar los ojos de Nuria, a él siempre le habían dicho que tenía unos ojos muy bonitos, en algunas ocasiones los observaba en el espejo y no encontraba la razón especifica del atractivo de sus ojos; estando frente a ella descubrió que los ojos de Nuria eran muy parecidos a los suyos y por fin encontró respuesta a eso que jamás había podido explicar, trataba de dirigir su mirada a otro lado, pero los esfuerzos eran inútiles e incluso en ciertos momentos perdía el hilo de su plática con ella. Compartieron las razones de sus viajes, ella se encontraba de vacaciones celebrando su cumpleaños y él había tenido negocios en la ciudad contigua, decidió tomarse unos días libres para descansar de la pesada agenda que llevaba en el último par de meses. Nuria mencionó que tenía una amiga que vivía cerca del puerto, pero que no había querido quedarse con ella para no incomodar. Ella era una persona muy reservada, desconfiaba mucho de la gente y no hablaba de su vida personal fácilmente, a veces añoraba su adolescencia cuando estaba más abierta a conocer personas y a intentar nuevas cosas.

Intento procesar tu blanca piel, esos enormes ojos cuando me ven…
División Minúscula – Humanos como tú

Ella era muy guapa y por lo tanto era muy común que sus ojos atrajeran a los hombres en general, no importando la edad, niños, jóvenes y adultos la miraban absortos y se perdían en sus ojos lo cual le resultaba muy incómodo, en ocasiones las miradas la llegaban a molestar, pero con Francisco la situación fue muy distinta, sintió una gran confianza y le gustaba jugar a intercambiar miradas, aunque ninguno de los dos podía
sostenerla por mucho tiempo, ambos comprendían el coqueteo del otro. Él explicó que se dedicaba a las ventas, que trabajaba para una compañía internacional y gran parte de su trabajo consistía en viajar. Nuria comentó que ella trabajaba para el gobierno estatal en la capital y conocía a altos funcionarios, Francisco destacó lo inverosímil que resultaba el haberse conocido, sino se hubiera quemado los pies en ese instante, resultaba casi imposible que su encuentro se llevara a cabo, ella agregó el hecho de que tuvo que celebrar su cumpleaños con una semana de retraso porque debido a un evento de beneficencia pública había tenido que posponer su viaje.
De pronto, un mesero del hotel se acercó a la pareja y les ofreció algo de tomar, Francisco cortésmente le otorgo primero la solicitud a Nuria quien pidió una limonada, él ordenó una naranjada mineral, bebida que acostumbraba a pedir cuando se encontraba de viaje, recordó que había dejado su cartera en su cuarto y se lo hizo saber a Nuria, se incorporó rápidamente y ella al darse cuenta hacia donde se dirigía le dijo - Déjame te invito yo- a lo que él le respondió - Claro que no,¿ cómo crees?- ella cambio rápidamente su semblante y agrego - Si no me dejas invitarte, no vuelvo a salir contigo- Francisco entendió la indirecta y aunque el gesto le pareció encantador, dedujo que en gran parte esa respuesta, dejaba entrever el carácter de Nuria. Aunque el sol empezaba a ceder un poco, ellos decidieron acercarse al bar del hotel, pidieron otra ronda de limonadas y a ella le pareció extraño el hecho de que él no pidiera nada con alcohol. Nuria había tenido problemas anteriormente con gente que no controlaba su forma de beber y lanzo la pregunta abiertamente - ¿No tomas? - Francisco sonrió y le contestó - Tengo diez meses sin tomar - ella se sorprendió al oír esto y se notaba, él añadió -No es una cuestión de AA ni nada, no te espantes, es una promesa de dejar de beber por un año- ella sonrió y dejaron de lado el tema.

Esos brazos cruzados y ese ceño enojado, me tienen intrigado, me intimidas ¿Qué hago?
Enjambre - Impacto

La plática había resultado muy amena, se había dado de una forma muy natural, no habían experimentado silencios incomodos y se hacían pequeñas bromas como si tuvieran algunos meses de conocerse, Francisco noto que al igual que él, ella sonreía sin reparos, algo que el también hacia, muchas personas disimulaban la risa, tratando de no parecer tontos o simples. Él siempre se destacó por hacer bromas o chistes,
algunos buenos y algunos malos pero trataba de amenizar las situaciones de esta forma, la gente lo consideraba alguien alegre. Nuria por su lado, era una persona con un humor muy negro, encontraba siempre la forma de añadir un toque ácido a la plática con algún comentario perspicaz. Conforme la tarde fue avanzando ambos notaban que debían regresar a sus respectivos cuartos, él tenía que estar atento a unos correos electrónicos y ella tenía que hacer unas llamadas, aunque los dos querían alargar ese momento lo más posible, fue ella quien hizo el comentario - Tengo que regresar a mi habitación- él respondió -Si, aunque no quisiera, yo también, ¿Cuándo regresas a la capital? -Ella contesto que lo haría en tres días, él sonrió pues aun estaría dos días más ahí y pensó en invitarla a salir, se armó de valor y preguntó - ¿Tienes plan para hoy en la noche?- Ella respondió que no, que estaba libre, aunque en realidad el día anterior, había salido de fiesta con su amiga y quedaron de repetirlo todas las noches que estuviera ahí, Ella sabía que solo con llamarle, decirle que se encontraba muy cansada para salir y que prefería descansar, su amiga entendería sin mayor problema. Francisco le facilitó una tarjeta de presentación y le señalo su número celular, aunque no tenían donde escribir, pidieron una hoja de papel al mesero para que ella pudiera escribir sus datos. Nuria se despido con un beso en la mejilla, y él se percató que no habían acordado la hora o el lugar y alcanzo a decirle que se mandaran mensajes para definir como llevarían a cabo la cita.

Hoy que estás esplendida y que todo lo iluminas, demos un paseo…
Gustavo Cerati – Vuelta por el Universo

Francisco sostuvo la hoja donde ella había anotado sus datos, nunca había creído en las coincidencias, desde pequeño, pensó que la vida te iba llevando de la mano hasta el punto en que tenías que tomar acción y bajo este criterio, creyó con firmeza que él estaba destinado a conocerla, la agrego a sus contactos inmediatamente, miró la foto que Nuria tenía en su perfil y le pareció que era muy fotogénica, quiso enviarle un mensaje lo antes posible, sin embargo temía que fuera demasiado pronto para hacerlo, dudó unos cuantos segundos. Nuria por su parte caminaba velozmente rumbo a su cuarto, una vez en su habitación abrió la puerta rápidamente y recargo su cuerpo sobre la misma. Lanzo un suspiro, sostenía la tarjeta con ambas manos y analizó lo que acababa de suceder, había salido de su cuarto con el fin de relajarse un poco, no hacía mucho tiempo tomó una determinación importante para ella; tenía la firme convicción de encargarse de su familia, quería enfocarse en su trabajo y pensaba que una pareja la distraería de su objetivo. Medito un poco al respecto y recordó una plática que había tenido el día
anterior con su amiga y llegó a la conclusión que no tenía nada que perder, agregó a Francisco a sus contactos, observó su foto y pensó que no era muy guapo, pero le había agradado su personalidad, podía ver que era alguien trabajador, era el tipo de hombre que le atraía y pensó que harían bonita pareja. Ella se recostó en la cama, encendía y apagaba su teléfono, jugaba con él y lo observaba como esperando a que algo sucediera, estuvo a punto de cancelar la cita muchas veces pero nunca encontró como redactar el mensaje, lo había comenzado a escribir en varias ocasiones pero no hallaba las palabras para evitar el compromiso. Por la noche recibió un mensaje de Francisco, en este la invitaba al restaurante "La Morena" el cual era su preferido, él no era gran fanático de los mariscos, pero siempre que visitaba la playa, no dejaba pasar la oportunidad de probar el callo de hacha y el ceviche de aquel lugar. Además del exquisito sazón de Amalia la denominada "Morena" su esposo, Juan Carlos era gran amigo del Tío Jorge y este siempre le recomendaba a sus huéspedes que visitarán el lugar. La cita estaba programada a las ocho de la noche, Cinco minutos antes de la hora Francisco ya se encontraba en el lobby del hotel sosteniendo una flor que había cortado del jardín de su hotel, una hora antes de partir a su cita, le contó lo sucedido a su tío Jorge y este le dio la autorización de cortar una flor de color amarillo que era muy común en la zona, sus manos sudaban como si fuera un quinceañero en espera de su primera cita, llegadas las ocho marcó a la habitación de Nuria y ella tardo en contestar, le pidió a Francisco unos minutos y él le respondió que no se preocupara, que él la esperaría pacientemente en la recepción. Luego de unos minutos de espera que a él le parecieron años, ella por fin hizo su aparición, llevaba un vestido color rojo que combinaba con su cabello, zapatos altos y un peinado retro. Él vestía una camisa azul de manga corta y un pantalón blanco. Ambos habían intentado arreglarse con sus mejores galas para causar una buena impresión en el otro, al parecer lo habían conseguido. Cuando Francisco se inclinó a saludarla, ella pudo percibir su loción, era un olor bastante fresco el que utilizaba durante la época de calor. Él al oler el perfume que ella portaba quedo maravillado de la fragancia que de cierta forma le parecía familiar, le hizo esa observación acerca de su perfume y ambos se sonrieron.
Un lago en el cielo, quiero ser suave, para evitar tu dureza…
Gustavo Cerati – Lago en el cielo

Caminaron por la playa rumbo al restaurante, la plática siguió desarrollándose como si fueran viejos conocidos, se jugaban bromas y se sonreían el uno al otro. Él recomendó
el ceviche y ella siguió la recomendación, agregó un plato de agua chile de camarón al centro para empezar acompañada de una michelada con cerveza Pacifico, él tomó la palabra y le platicó la historia del restaurante “La Morena” y de su tío Jorge, como él había conocido el negocio a Amalia y a Juan Carlos y que en algún punto su tío había intentado comprar el restaurante, Nuria miraba entretenida como Francisco se emocionaba contándole la anécdota. La noche siguió su curso y llegó el momento de ordenar el postre, el mesero acercó los platillos y Nuria eligió un pequeño pastel de fresa, Francisco menciono que él casi no gustaba de los postres y no comería nada, ella le solicitó al mesero dos cucharas para poderlo compartir con él.
Mientras ambos comían el postre él se armó de valor y preguntó – ¿Cómo una chica tan guapa como tú puede seguir soltera? – Ella cambio un poco su semblante, el notó que la pregunta no había sido de su completo agrado, Nuria lanzó un suspiro y respondió – Es una larga historia, pero en resumen tengo mala suerte en el amor – había decidido abrirle un poco su coraza a Francisco, por un instante el miedo la invadió, temió por su estabilidad, pero después de ese suspiro aceptó correr el riesgo.
Él se sumó a su pesar y menciono que también había pasado por una mala racha en todos los aspectos. Pidió la cuenta, el mesero colocó una hoja sobre la mesa y ella velozmente puso la mano sobre la misma, cuando ella se disponía a tomarla, él dijo de forma apresurada – Tú me invitaste hace rato, lo justo es que me toque pagar a mí - Ella soltó la cuenta, sonrío y respondió -Esta bien, me parece justo –.

Y es más fácil decir que no, pero cuando se va el temor, llega la fe…
DLD - Sea

Francisco saco su cartera para pagar la cuenta y al sacar un billete una pequeña moneda se asomó, la tomó y se la entregó a Nuria. Ella la miró fijamente sin entender el significado y él le dijo – Hace un año, por estas mismas fechas, mi vida era un desastre, me sentía roto, acababa de terminar una relación de dos años, no tenía trabajo y había gastado todos mis ahorros: Un día fui a una entrevista de trabajo a Boston y caminando por la calle, me encontré dos monedas de un centavo de dólar. No sé si la suerte existe o no, pero a partir de ese momento, mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, me di cuenta de la persona que soy fuera de una relación, he podido disfrutar mi soledad y me encanta mi trabajo, ese trabajo que obtuve justamente en Boston que me ha permitido estar aquí para conocerte, quiero compartir este centavo
contigo y que veas que tu suerte también puede cambiar – Nuria miro a Francisco desconcertada y solo pudo responder con un pequeño - Gracias- .
Salieron del restaurante y se dirigían de regreso a su hotel, vivieron un silencio durante unos instantes hasta que Francisco continuó con la mecánica de gastarse algunas bromas, ella siguió con el juego y luego de unos minutos se tomaron de la mano, ambos sintieron una fuerte conexión con el otro, después de caminar un rato por la explanada del pueblo decidieron sentarse un momento, encontraron unos asientos afuera del teatro local, ahí platicaron un poco de sus relaciones pasadas, de lo que les gustaba de sus parejas y lo que quisieran encontrar en otra persona. Nuevamente vivieron un silencio, en esta ocasión no fue incomodo, Nuria le dirigió una mirada a Francisco como invitándolo a acercarse, se abrazaron y él besó su cabello, la noche los cubría a los dos, la luna alcanzaba a iluminar sus ojos, ella levanto su rostro hacía él y se fundieron en un beso apasionado….
Brillas tan lindo y brillamos juntos entre pestañas,
Y así juntitos los dos y así lo que se nos dio…
León Larregui - Brillas

Hay tres grandes culpables

Hay tres grandes culpables de que hoy este aquí con el corazón destrozado, mi padre, mi mejor amigo Juan y obviamente mi ex novia Karina.

Nunca fui un gran deportista, aunque corría por mi sangre, de niño ningún deporte llamó mi atención. Esa quizás fue la mayor frustración de mi padre. El primogénito del gran basquetbolista  Carlos Corona era malo para los deportes. Que digo malo, pésimo! Seguramente mi padre pensaba en ese entonces que era una deshonra para su legado. Sin embargó un día mis genes recibieron el llamado de la única herencia de mi padre. El amor por el basquetbol. Tenia once años y lo mas que había logrado en materia deportiva era aprobar deportes y ganar la medalla de oro en los mil metros planos en la mini olimpiada de la escuela.

 No era el mas rápido de mis compañeros, ni siquiera estaba cerca de serlo, para ganar esa prueba había que aguantar y para eso si, siempre fui bueno. En mi casa esa medalla no significaba mucho, comparado con todos los trofeos que papá ha ganado, ese oro era nada. Mamá me llevo a comer al lugar de pizzas y videojuegos para festejar y en esa época ese era el sueño de todos mis compañeros de clase, tengo buenos recuerdos de ese día.  Mi padre no lo considero un logro y siempre me decía que las pruebas de atletismo, no deberían ser consideradas deportes, porque qué dificultad tiene correr en linea recta. Donde estaba la estrategia, las decisiones, la adrenalina que desata retar al oponente si ni siquiera lo podías ver a los ojos. Desafortunadamente en vez de seguir con mi carrera de atleta, un día mi mejor amigo, Juan Bernard entró a la selección de basquetbol de la primaria y yo perdí con quien jugar Nintendo. El papá de Juan había jugado con el mío en  primera división un par de años en el 87, hasta que se retiro  por una lesión en la rodilla y ahora vende seguros y entrena un equipo de Preparatoria.  Juan y yo íbamos a la misma escuela y por cuestiones del destino o del maestro de Matemáticas nos volvimos mejores amigos. El primer día de cuarto de primaria el maestro nos sentó por orden alfabético   y arbitrariamente se determino  que seria amigo para toda la vida de Juan Bernard.

Cuando Juan entro a la selección  lo único que podía pensar era -Maldito deporte que me rodea por todos lados- por supuesto papá era como un Dios para  Juan y él el hijo que papá siempre había querido. Juan pasaba horas oyendo historias de los partidos de papá mientras yo jugaba Mario Bros, había oído unas cien veces las mismas historias, pero la diferencia era que yo no tenia nada que compartir con él. La relación con mi padre iba de mal en peor, el me veía como un fracaso y yo le guardaba el rencor de nunca ser conmigo como era con Juan. La temporada 95 - 96 estaba por comenzar y papá había jurado retirarse ese año; Bueno, en realidad había jurado hacerlo dos años antes, pero el equipo para el que habia jugado toda su vida, los halcones ferrocarrileros  terminaron campeones de la liga  y el, como muchos grandes deportistas no pudo irse mientras estaba en la cima. La temporada siguiente ni siquiera se tocó el tema en la casa y los halcones volvieron a quedar campeones. En la pretemporada papá se resintió de una vieja lesión en la rodilla, todos  los basquetbolistas sufren en algún punto de las rodillas,  papá se quejó durante todo el invierno  y juro que sería su ultimo año, pero en el fondo todos sabíamos que no se iría mientas los halcones siguieran ganando campeonatos.

 Nunca fuimos fanáticos de ir a ver jugar a papá, yo prefería quedarme a jugar Nintendo o salir a andar en bicicleta y mamá no volvió a ir a un partido después de que yo nací- todas las mujeres son iguales- decía papá que era un mal de todas las esposas de sus compañeros. Cuando Juan entro a la selección de la escuela, papá lo empezó a invitar a sus partidos y obviamente ahí iba el pobre Carlitos acompañándolos, nunca me gustó ver partidos de basquetbol, a la fecha aun no lo soporto, una cosa es estar ahí dentro y otra verlo desde afuera. En esos días yo siempre pensaba -Pinche Juan!! Todo porque tu papá ya no puede jugar- y cada sábado estábamos religiosamente en la deportiva viendo jugar a papá. El caso es que al final de cada juego los hijos de los jugadores y los muchachos que iban a ver a los halcones jugaban una cascarita, Juan no hacía otra cosa que pensar en basquetbol y yo siempre terminaba completando su equipo, un buen día papá salió de bañarse y nos vio jugar y el "Chore"Sepulveda, el ala derecha de su equipo lo empezó a molestar diciéndole que su hijo había heredado el juego de su papá -Gran tirador, pero no sabe botar- .

Camino a casa papá no platicó mucho, así era siempre que perdía, decía que odiaba pensar en eso, pero siempre meditaba acerca del momento en el que segun él se les iba el partido de las manos, pasamos a dejar a Juan y luego a recoger a mamá de casa de la abuela. En la cena papá contó lo que le había dicho el "Chore" después del juego y yo me sentí halagado, en ese punto cambió mi vida, le vendí mi alma al basquetbol por un simple a mi ego

Laura

Laura Castañeda fue mi amor imposible durante mi infancia, a veces aun estos días me pregunto que habrá sido de ella, lo ultimo que supe de ella es que  se mudo a Querétaro, ahora pienso que no es tanta la distancia, en ocasiones me imagino que habría sido de nosotros si hubiéramos andado. Nuestra historia es la típica de dos niños de secundaria, ella era mi mejor amiga y se sentaba en el pupitre adelante del mío.

A Laura la conocía desde tercero de primaria, ella fue mi mejor amiga antes que Juan. Era la niña mas bonita del tercero C pero para mi era la niña mas bonita del mundo.  Cuando la vi por primera vez,  yo iba entrando al salón de clases,  tarde como siempre, todos ya se conocían y yo me moría de miedo ya que fiel a mi costumbre falté el primer día de clases, costumbre que me seguiría durante toda mi vida escolar. Paranoico como siempre he sido, una parte de mi sentía que era observado y que todos me verían como bicho raro por haber faltado el primer día, pero papá decía que regresar el domingo antes del primer día de clases nos arruinaría las vacaciones por todo el tiempo que perderíamos en la carretera, con el tiempo me di cuenta que efectivamente el primer día de clases servía únicamente para socializar, algo para lo que definitivamente nunca fui bueno.

Desde la primaria los maestros tenían esa costumbre de sentarnos por apellidos, esa misma costumbre que me  puso a Juan a mi costado izquierdo, me puso detrás de Laurita Castañeda, al principio no podía creérmelo, todos los días le alcanzaba a oler el cabello  por las mañanas,  el ambiente se inundaba con  el olor de su shampoo , ese era mi punto mas alto del día, eso y la sonrisa de Laura cuando llegaba al salón de clases, siempre que pasaba a su lado me sentía tan estúpido, me ponía tan nervioso tratando de evitar tropezarme  o de no tartamudear al saludarla. Las primeras dos semanas apenas cruzamos palabras, a veces ella me pedía que le pasara su sacapuntas, su goma o su cuaderno que había tirado  y en otras ocasiones yo le pedía que me repitiera lo que había dicho el maestro, yo solo buscaba un pretexto para que me dirigiera la palabra, aunque a veces solo hablara con su espalda, podía imaginarla sonriéndome.

Un día la maestra Blanca que nos daba la materia de español había avisado al prefecto que llegaría tarde, por un momento pensé que seria la ocasión perfecta para hacerle la platica a Laura, por fin podría hablar con ella y verla directamente,  observar detenidamente sus ojos color miel y los hoyuelos que se le formaban en los cachetes al sonreír, por fin ella podría voltear sin el temor de que la Miss Blanca la regañara. Laura volteó apenas sonó la chicharra del inicio de clases y los colores se me subieron al rostro, no podía dejar de sonreír, en mi cabeza solo existía un pensamiento - Laura también  había estado deseando ese momento tanto como yo-  . Laura me sonrió, no cabe duda que las mujeres nacen con ese carisma que puede desarmar completamente a un hombre, se mojo los labios antes de hablar y me dijo - Oye Carlitos, ¿ puedes cambiar de lugar con Jimena?- el corazón se me hizo pequeño y  seguramente se noto en mi rostro porque al ver mi reacción Laura añadió -Bueno, si no quieres, le digo a Armandito que se pase para acá-  trate lo mejor posible de evitar que notara mi decepción y le respondí - Si, claro- pensé que si  Laura me debía un favor, después podría cambiarlo por un beso, porque  se casara conmigo o que me dejara  elegir el nombre de nuestro primer hijo.  Me pare de mi lugar como un zombie inerte y camine hasta el lugar de Jimena.

Aunque mi primer intento por acercarme a Laura había fracasado, ese fue el momento en que ella y yo empezamos a volvernos mas cercanos,  debo aceptar que un tiempo ella solo me hablaba para pedirme favores.  Insisto las mujeres vienen de fabrica con un chip que apendeja los hombres, pero después mientras crecía la confianza,  la mecánica cambió, ella me pedía mi opinión acerca de lo que dibujaba en su cuaderno, de como podía mejorar sus avioncitos de papel o de quien ganaría en una pelea entre Leon-O o Pantro, me encantaba que compartiéramos el gusto por las caricaturas, a ella le gustaban mas los Halcones Galácticos  que los Thundercats, pero bueno nadie es perfecto.

Todos  los días  cuando platicaba con Mamá de mi día en algún punto la mencionaba -Laura hablo de su viaje a Cuernavaca hoy en la clase en inglés, Laura tiene un perrito Maltés que viene desde Estados Unidos- Mamá se burlo de mi diciendo que seguro el perrito de Laura hablaba inglés mejor que yo. No se necesitaba ser adivina para que supiera cuanto me gustaba Laurita, siempre que hablaba de ella tenia una sonrisa de oreja a oreja.

Por las noches no dejaba de pensar en ella, pensaba en los temas de los que hablaría con ella al día siguiente, en que algún día me atrevería a tomarla de la mano, a besarla y a pedirle que fuera mi novia, pensaba que si mamá se enteraba que tenía novia seguro me metía a la escuela militarizada. Mamá trataba de dejarme ser libre en cuanto a mis pensamientos sobre Laura pero Papá siempre me hacía burla - Mira ahí va la niña que te gusta! - y en dos mili segundos mi cara se tornaba roja como un jitomate - Hijo tienes buen gusto, como tu padre- .