Friday, October 11, 2013

Hay tres grandes culpables

Hay tres grandes culpables de que hoy este aquí con el corazón destrozado, mi padre, mi mejor amigo Juan y obviamente mi ex novia Karina.

Nunca fui un gran deportista, aunque corría por mi sangre, de niño ningún deporte llamó mi atención. Esa quizás fue la mayor frustración de mi padre. El primogénito del gran basquetbolista  Carlos Corona era malo para los deportes. Que digo malo, pésimo! Seguramente mi padre pensaba en ese entonces que era una deshonra para su legado. Sin embargó un día mis genes recibieron el llamado de la única herencia de mi padre. El amor por el basquetbol. Tenia once años y lo mas que había logrado en materia deportiva era aprobar deportes y ganar la medalla de oro en los mil metros planos en la mini olimpiada de la escuela.

 No era el mas rápido de mis compañeros, ni siquiera estaba cerca de serlo, para ganar esa prueba había que aguantar y para eso si, siempre fui bueno. En mi casa esa medalla no significaba mucho, comparado con todos los trofeos que papá ha ganado, ese oro era nada. Mamá me llevo a comer al lugar de pizzas y videojuegos para festejar y en esa época ese era el sueño de todos mis compañeros de clase, tengo buenos recuerdos de ese día.  Mi padre no lo considero un logro y siempre me decía que las pruebas de atletismo, no deberían ser consideradas deportes, porque qué dificultad tiene correr en linea recta. Donde estaba la estrategia, las decisiones, la adrenalina que desata retar al oponente si ni siquiera lo podías ver a los ojos. Desafortunadamente en vez de seguir con mi carrera de atleta, un día mi mejor amigo, Juan Bernard entró a la selección de basquetbol de la primaria y yo perdí con quien jugar Nintendo. El papá de Juan había jugado con el mío en  primera división un par de años en el 87, hasta que se retiro  por una lesión en la rodilla y ahora vende seguros y entrena un equipo de Preparatoria.  Juan y yo íbamos a la misma escuela y por cuestiones del destino o del maestro de Matemáticas nos volvimos mejores amigos. El primer día de cuarto de primaria el maestro nos sentó por orden alfabético   y arbitrariamente se determino  que seria amigo para toda la vida de Juan Bernard.

Cuando Juan entro a la selección  lo único que podía pensar era -Maldito deporte que me rodea por todos lados- por supuesto papá era como un Dios para  Juan y él el hijo que papá siempre había querido. Juan pasaba horas oyendo historias de los partidos de papá mientras yo jugaba Mario Bros, había oído unas cien veces las mismas historias, pero la diferencia era que yo no tenia nada que compartir con él. La relación con mi padre iba de mal en peor, el me veía como un fracaso y yo le guardaba el rencor de nunca ser conmigo como era con Juan. La temporada 95 - 96 estaba por comenzar y papá había jurado retirarse ese año; Bueno, en realidad había jurado hacerlo dos años antes, pero el equipo para el que habia jugado toda su vida, los halcones ferrocarrileros  terminaron campeones de la liga  y el, como muchos grandes deportistas no pudo irse mientras estaba en la cima. La temporada siguiente ni siquiera se tocó el tema en la casa y los halcones volvieron a quedar campeones. En la pretemporada papá se resintió de una vieja lesión en la rodilla, todos  los basquetbolistas sufren en algún punto de las rodillas,  papá se quejó durante todo el invierno  y juro que sería su ultimo año, pero en el fondo todos sabíamos que no se iría mientas los halcones siguieran ganando campeonatos.

 Nunca fuimos fanáticos de ir a ver jugar a papá, yo prefería quedarme a jugar Nintendo o salir a andar en bicicleta y mamá no volvió a ir a un partido después de que yo nací- todas las mujeres son iguales- decía papá que era un mal de todas las esposas de sus compañeros. Cuando Juan entro a la selección de la escuela, papá lo empezó a invitar a sus partidos y obviamente ahí iba el pobre Carlitos acompañándolos, nunca me gustó ver partidos de basquetbol, a la fecha aun no lo soporto, una cosa es estar ahí dentro y otra verlo desde afuera. En esos días yo siempre pensaba -Pinche Juan!! Todo porque tu papá ya no puede jugar- y cada sábado estábamos religiosamente en la deportiva viendo jugar a papá. El caso es que al final de cada juego los hijos de los jugadores y los muchachos que iban a ver a los halcones jugaban una cascarita, Juan no hacía otra cosa que pensar en basquetbol y yo siempre terminaba completando su equipo, un buen día papá salió de bañarse y nos vio jugar y el "Chore"Sepulveda, el ala derecha de su equipo lo empezó a molestar diciéndole que su hijo había heredado el juego de su papá -Gran tirador, pero no sabe botar- .

Camino a casa papá no platicó mucho, así era siempre que perdía, decía que odiaba pensar en eso, pero siempre meditaba acerca del momento en el que segun él se les iba el partido de las manos, pasamos a dejar a Juan y luego a recoger a mamá de casa de la abuela. En la cena papá contó lo que le había dicho el "Chore" después del juego y yo me sentí halagado, en ese punto cambió mi vida, le vendí mi alma al basquetbol por un simple a mi ego

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